Luto

26 Febrero 2014

 

 
 
Qué día tan triste para todos… El mundo es hoy un lugar mucho mas pobre que hace unas horas.
 
 
La terrible noticia de la muerte de Paco de Lucía me llegó cuando entraba a un avión, en Londres, con destino a Rotterdam, al Conservatorio, donde estaba previsto que pasara el día dando clases a tantos jóvenes que veo regularmente, que han venido siguiendo cada faceta y cada matiz de la vida de este increíble artista, durante todo el transcurso de sus propias vidas. No fue así; en vez de dar ni recibir clases, el día se convirtió en un vacío extrañamente surrealista en el cual todos hicimos algunas cosas, pero como autómatas, desligados de cualquier conexión con la normalidad o con la realidad. Todos lo añorábamos tanto…
 
 
Escribí unas palabras para dirigirme a mis amigos esperando que tendría oportunidad de continuar después. No fue posible; aparte del desbarajuste de las clases me pidieron de hacer varias entrevistas sobre el terrible evento; todo el mundo estaba en estado de shock, incluido yo mismo. Nos visitó en la clase un equipo de televisión queriendo entrevistarnos a mi y a algunos alumnos acerca de Paco, de su vida y de lo que ha pasado; de su arte y de lo que significa para el flamenco su aporte y su trayectoria; y sobre mi amistad personal con él. Mas o menos como ‘zombis’ dijimos algunas cosas y manifestamos la amargura del momento y la tristeza que nos invadía a todos. Os podéis creer que el presentador insistió en convencernos de que agarráramos las guitarras y me pidió que tocara algo de Paco, como si ese fuera momento para olvidar lo realmente importante, la terrible desolación en la que todos estábamos inmersos; como si cualquiera pudiera ser capaz de emular y poner de manifiesto su genialidad en un momento. En el estado frágil en que todos nos encontrábamos, hicimos lo que aquel hombre quería y yo, como un idiota, rocé las cuerdas sólo para producir una incomprensible patraña.
 
 
Mi deseo era algo muy distinto; era el decirle, a él y a todo el mundo, que hemos perdido nuestra cruz de guía, hemos perdido a la estrella que ha guiado al flamenco durante los tiempos mas revolucionarios y mas enriquecedores de su historia. Al igual que Ramón Montoya había en su tiempo convertido a la guitarra en verdadera compañera del cante a partes iguales, proyectando adelante sus posibilidades mas allá de lo que se podía entonces imaginar; al igual que los maestros fundamentales, como Niño Ricardo o Sabicas, llevaron al toque de guitarra a nuevos niveles de perfección, de sensibilidad, de arte, la realidad es que Paco de Lucía es el artista responsable del enorme desarrollo que ha experimentado el flamenco en los años desde que su estrella empezó a brillar en los años 1960 y pico. Con su advenimiento, se abrieron de par en par las compuertas de la imaginación, la curiosidad y la fantasía de tantos otros artistas flamencos que vinieron a emular su arte y su virtuosismo. El resultado fue una fundamental transformación del toque flamenco y actualmente su panorama está repleto de grandes guitarristas, no solo en términos de virtuosismo y técnica abrumadora sino, cada vez más, con la sabiduría adquirida por el toque de Paco, una mezcla de la mas exquisita sensibilidad, la mas atrevida expedición a territorio desconocido, así como el mas profundo respeto y compromiso con el legado de los viejos maestros como Montoya, Ricardo y Sabicas y con la tradición que ha nutrido sus propios años jóvenes.
 
 
Aún hay mucho mas que decir sobre la base, sobre el norte que acabamos de perder en el mundo del flamenco, y probablemente seguiré reflexionando en el futuro. Por el momento quiero deciros que mi espíritu está devastado por la pérdida de nuestro mejor artista flamenco entre todos, a una edad tan cruelmente temprana. Nos quedaba tanto más que recibir de su mente, increíblemente prolífica, y de su corazón generoso, de su pasión incontenible, de la flamencura esencial que emanaba de su ser. Paco… cuánto te debemos… 
 

Paco Peña