Desde el nacimiento de su Compañía Flamenca, Paco Peña quiso traer al público una rendición fidedigna de lo que representa el arte flamenco: una colaboración espontánea entre artistas de diciplinas distintas, a saber, músicos, bailaores y cantaores que buscan inspirarse el uno al otro a superarse en sus empeños artísticos y crear una experiencia única cada vez; un espectáculo nuevo y sorprendente tanto para ellos como para cualquier público presente.
La tradición flamenca no se transmite por escrito. Se pasa oralmente de generación a generación y por lo tanto sigue absorbiendo nuevas ideas contínuamente. La gran fuerza emotiva que posee le aporta a este arte un encanto algo difícil de describir pero que lo identifica más allá del concepto del tiempo y el lugar. Ya sea el grito trágico de la voz flamenca en la ‘siguiriya’ o la explosión de optimismo que es el ritmo de la ‘bulería’ o la sensualidad y pasión del baile y la textura singular del sonido de la guitarra flamenca, encuentran caminos para entrar en la imaginación y sensibilidad de los seres humanos en todo el mundo. A lo largo de los años, los espectáculos de Peña han abordado temas complejos, explorando por ejemplo, en Flamenco Puro, la enorme importancia del cante flamenco, una noción aparentemente simple y obvia pero que no se había reconocido en su justa medida durante muchos años, y en Musa Gitana un drama innnovador que relata la historia del legendario pintor cordobés de finales del siglo 19 y principios del 20, Julio Romero de Torres, con sus observaciones complejas sobre la vida y la sociedad, y sus pasiones y tragedias personales.
En años recientes, Paco Peña ha contado con la colaboración de la renombrada directora de teatro Jude Kelly. Su primer proyecto, que llegó a ser un gran éxito, Voces y Ecos, consistía en un viaje a través de la historia del flamenco y los momentos más destacables de su desarrollo.
La reciente presentación, A Compás !, trata de expresar la belleza y complejidad de una gama de ritmos flamencos, del carácter casi tribal de la ‘alboreá’ al torbellino arrebatador de la ‘bulería’. Al mismo tiempo trata de resaltar la impronta personal de cada artista en algún momento del espectáculo, dejándolo solo frente a la realidad pura de una estructura rítmica (o el compás de cada palo flamenco), a la que tienen que responder a su manera, submergiéndose en la sensación del ritmo y añadiendo su propia aportación creativa. El fin es proyectar un pulso firme y cautivador que todo el mundo pueda sentir y reconocer; llevar al público al ritmo, sumergirlo en la experiencia del sentido del compás.
Los ritmos flamencos son esenciales: el compás es como un pulso primitivo, como el ritmo de los astros… del planeta tierra… y todo el mundo debe sentir su fuerza fundamental!