La liturgia católica y el flamenco han existido paralelamente y han influenciado profundamente la vida y las tradiciones de Andalucía a través de los siglos. La idea original de Paco Peña de escribir una misa flamenca no es ni más ni menos que querer unir los dos conceptos, la misa católica, procedente de una disciplina religiosa formal y el cante flamenco, una tradición oral que es del pueblo y se expresa en forma de grito incontrolable: el artista flamenco se cría con ambas cosas y ambas cosas provocan sentimientos muy similares en él, repletos de fuerza emotiva. Por un lado, la misa es un vehículo con el que las personas se pueden acercar a Dios, y les lleva a un estado espiritual que les ayuda a encontrar la comunión con Él; por otra parte, el flamenco es un arte con una carga emocional que, si se entrega de manera auténtica, transciende el mero acto físico de cantar y llega a colocarse en un plano espiritual. Así, las expresiones combinadas de la misa religiosa y el cante flamenco pueden lograr un estado emocional muy profundo, casi como un trance.
La tarea inicial de Paco al componer esta misa fue adaptar los textos tradicionales de la misa católica española, Enseguida llevó el resultado al obispo de Córdoba (a través de su amigo, D. Juan Moreno) quien sancionó la versión nueva.
Luego Paco usó su extenso conocimiento de la tradición flamenca y de las formas flamencas para elegir los marcos más apropiados y efectivos para los textos. En esta misa, tanto el elemento clásico como los cantes flamencos reciben un tratamiento de acercamiento entre sí, creando un efecto musical revelador para los aficionados de ambas disciplinas.
Además de un grupo esencial de artistas flamencos (cantaores, cantaoras, guitarras y percusión), la misa consta de un coro de un mínimo de 20 voces. En concierto se presenta con un bailaor.
Esta mezcla conmovedora de la misa católica con las diferentes formas flamencas y el coro clásico ha cautivado al mundo musical.